viernes, 12 de junio de 2009

Algo que escribí después de leer una nota de aquellos tristes días…..




En 1976 comienza el proceso de reorganización nacional tutelado por Jorge Rafael Videla e impulsado por los sectores más ricos de la sociedad, empresarios, el campo, Mariano Grondona, Bernardo Neustadt, la iglesia, etc., en el que se cometen los actos más terribles que vivió el país en los últimos tiempos. Este engendro junto con Massera, Jorge Berges, Alfredo Astiz, Agosti, Martínez De Hoz y un sin fin de soretes más, lograron implementar una maquinaria de exterminio, al estilo Adolf Hitler, Benito Mussolini o Franco, con miras a erradicar, en principio, a los sectores opositores. El proceso al tomar forma se fue expandiendo, comenzó por englobar a intelectuales, periodistas, estudiantes, obreros, dirigentes, curas, etc., esta reorganización consistía en incontables secuestros de miles de decenas de personas, su tortura, detención y, posterior, ejecución. Durante el tiempo de la dictadura militar de 1976 a 1983 funcionaron centros clandestinos de detención, encontrándose la Escuela de Mecánica de la Armada y el Olimpo entre los más conocidos en la Ciudad de Buenos Aires, en estos se llevaban a cabo las torturas, violaciones anales y vaginales de las mujeres, las quemaduras, los golpes, la picana, la desesperación, los gritos, el miedo y, el horror, de parir en el piso de cemento o adentro de un patrullero con los ojos vendados, las manos atadas y el alma en cuero. Cada traslado fue, en aquella noche de los lápices, una despedida entre quienes sabían no iban a volver. Imagino como la vida le pasa a uno frente a los ojos, las caras que no se van a volver a ver, las cosas que no van a decirse, los abrazos, las risas, los recuerdos, la vida misma.



Los medios de comunicación silenciados y acobardados, que callan cuando deben hablar y, que hoy 33 años después, sirven cuando no deben servir a los peores intereses de la sociedad más repugnante, se vieron ensombrecidos, apagados e introvertidos. Las madres, imprescindibles, que se empeñaron en promover la verdad y la justicia en un momento de omisión obligatoria. Adolfo Pérez Esquivel dio clases gratis de solidaridad, de compromiso real, de voluntad y ahínco en una causa imprescriptible, mientras que Rodolfo Walsh sostuvo el ANCLA hasta su último aliento por el 77. Muchas cosas pasaron por aquel tiempo, pueden quemarnos los libros, golpearnos, privarnos de la libertad de locomoción, de transitar, de expresarnos y exteriorizar nuestras ideas, pero no pudieron ni van a poder coaccionar nuestra libertad de conciencia, nuestras ideas y nuestra razón, no pueden conmigo y no pudieron ni van a poder con las madres y abuelas, nunca.



Cada vez que leo algún texto o tengo la desgracia de ver la imagen de algún asesino de estos, se despierta en mí una reminiscencia de veneno que no me es fácil de explicar. Estas cosas, que casi por error llamo personas, estuvieron más tiempo libres que encarcelados. Jorge Rafael Videla fue sentenciado a reclusión perpetua en 1985, 5 años más tarde por una “necesidad de superar los conflictos pasados” Carlos Menem, el señor repugnante híper desagradable, hizo uso de una facultad llamada indulto, dando como resultado la excarcelación de Videla. En
1998 regresó a prisión tras que un juez dictaminara que las causas por sustracción de menores constituían un crimen de lesa humanidad, y por lo tanto imprescriptible. Pasó 38 días en la cárcel de Caseros hasta que se le concedió el derecho al arresto domiciliario en atención a su edad. El 10 de octubre de 2008 perdió el beneficio de la detención domiciliaria, en su piso del barrio porteño de Belgrano, y fue trasladado a la cárcel que funciona en Campo de Mayo.



Para resumir, la mayoría de los militares de la fuerza aérea, la marina, la policía, los jefes de operación, los paramilitares, los periodistas delatores, los empresarios que marcaban a líderes sindicales, los jueces, los comisarios, etc. Andan libres, conviviendo con el resto de los argentinos, pueden estar tomando café y leyendo el diario en la mesa de al lado, tienen familia, gatos y perros y de seguro, como Videla, un pisito en Recoleta o Belgrano y una 4x4. Pidamos justicia, todos los días hasta el último y, nunca, nunca nos olvidemos. Es más, tengo tanta cólera que no dudaría un mínimo instante en arrebatarles los pisos en Alvear y, también, los de Av. Libertador, las 4x4, los perros labrador, el gato persa y la tortuga.


Gonzalo Pereyra Saez

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